Llamaré mil veces a tu nombre bendito y mil veces responderás cual tormenta, tu sangre no dejará que llore mi osamenta cuando el corazón repose ya marchito.
De los caídos quiero ser tu favorito para servirte una copa de absenta y sentir como mi alma se alimenta con la sombra que nace en tu infinito.
Desde el fondo de una tumba sangrante acarició mi existencia con tu puñal cual cuervo que picotea a su amante.
Te entrego mi vida: ajenjo del rosal, está maldita con su cuerpo jadeante, después de revolcarse en un funeral.